El CEO de Signal 27, músico, arreglador y productor de grandes espectáculos que han tenido lugar en Argentina. Algunos de ellos fueron: Al Di Meola, Joss Stone, Stanley Clarke, Joan Baez y Backyard Babies.
Robbie Finkel desarrolla artistas desde la música hasta la comunicación e imagen del mismo: “Me gusta todo el proceso. Me involucro. Tengo mucha música escuchada, me gusta que un artista tenga una historia para contar. Sea de lo que sea”, devela. Actualmente trabaja con Ysy A, Lwlo, Coco Swing, Asto, Emilie Carlos, entre varios artistas más.
Hijo del legendario Ricardo Finkel (Frank Sinatra, Tony Bennett), Robbie Finkel nació y se crió en Colegiales, al calor de la obra de uno de los artistas más influyentes en la historia de la industria musical: Frank Sinatra. “La música en mi casa fue siempre sagrada. Somos muchas las personas en este país que creemos en la música como una fuerza superior, sino la más fuerte”, declara.
En un mercado que ha atravesado una metamorfosis tan extraordinaria durante la última década y con una creciente popularidad de empresas internacionales dedicadas enteramente al entretenimiento musical, Robbie Finkel devela uno de los grandes secretos de la industria: A veces no se trata de convencer al artista, sino a sus mánagers. Rememora, entonces, una anécdota personal vinculada al músico norteamericano Al Di Meola: “Al es prácticamente su propio manager y, al ser un virtuoso del instrumento, sabe muy bien cuánto vale. Convencerlo de que el jazz en Argentina es una especie en extinción fue de lo más difícil”, asegura.
Para Robbie Finkel es fundamental que cada artista sea coherente consigo mismo: “No me vendas un videoclip con un Camaro si llegaste en Uber a la grabación del video”, concluye. La transparencia, amenazada por la tan buscada popularidad cuando ésta última arrasa con todo a su paso, adquiere un enorme valor para él. Rescata, de su nutrido historial de estrellas, a la música y activista estadounidense Joan Baez: “No por el éxito que fue, sino por quien es ella. Cuesta mucho en este mundotan revuelto, encontrar una persona fiel a sus ideas pero que no compra con ningún partido político ni le gusta que hagan de su imagen un panfleto”.
La publicidad lo conflictúa. Si de la comunicación web se trata, Robbie Finkel tiene muy clara su posición: “Creo que si te comes el mundo que proponen las redes se te fríe el cerebro. Las redes son para comunicar, conectar y divertirse un poco, pero de ninguna manera voy a creerme un ‘statement’ de una red social y/o creer que esa es la vida real; mucho menos que dictaminen qué hay que escuchar o no. Radiohead no hace ‘challenges’ ni interacciones; tampoco Pearl Jam. Solo suenan, con eso basta. Después de todo es música, no una campaña de marketing”, sentencia.
Su percepción sobre el carácter publicitario de una obra es el resultado de sus más profundos pensamientos sobre el propio arte: “Hay que empezar a tratar de recuperar la palabra ‘artista’. No todo entretenimiento es arte, y ningún algoritmo puede determinar cuánto vale una emoción”.