En Caminos y Sabores todos están locos por lo nuestro. Y nada más nuestro que la yerba mate, un producto que habla de historia, de evolución y de valor territorial.
Los orígenes de la yerba mate se remontan a los nativos guaraníes, quienes utilizaban sus hojas como bebida, objeto de culto y moneda de cambio en sus trueques con otros pueblos prehispánicos. Varios siglos después, el mate atraviesa cada momento de los argentinos, pero no sólo como infusión. Hay cerveza matera, helado, alfajores, dulces y otros más de 200 productos comestibles, artesanales, cosméticos y para la salud.
El Camino de la Yerba Mate que propone la feria Caminos y Sabores, del 7 al 10 de julio en La Rural, no sólo es un viaje en el tiempo justo cuando se conmemora el Bicentenario de La Patria, sino la oportunidad de tomar contacto con la creatividad de cada uno de los protagonistas detrás de este producto.
Historias de innovadores, como los productores de Colonia Liebig, Corrientes, que en 1926 crearon una Cooperativa Agrícola y 90 años después su yerba mate Playadito es un clásico y está al alcance de todos en Caminos y Sabores. La locura emprendedora de esos primeros productores hoy cuenta con 130 asociados y distribuye 18 millones de kilos de yerba mate elaborada.
Unos años después, en Santo Pipó, Misiones, se escribía una historia parecida. La fecha fue 1933 y la cooperativa se denominó Productores de yerba mate de Santo Pipó Sociedad Cooperativa Limitada. A principios de 1960 se animaron a ir por más y crearon la marca Piporé que hoy se comercializa en la Argentina y el exterior.
Es sabido que detrás de cada producto que participa de Caminos y Sabores hay una historia pero también hay gente que vela porque éstas tengan un final feliz. Con esta premisa, en el Camino de la Yerba Mate estará el Instituto Nacional de la Yerba Mate, un organismo que acompaña el desarrollo de este producto bien argentino.