La Federación Argentina de Cardiología alerta sobre las múltiples formas en que nuestro modo de vida –incluyendo también la alimentación, el sedentarismo y la adicción a la pantalla– tiende a incrementar estas “nuevas” patologías, y propone algunas estrategias de solución.
¿Es razonable pensar que los niños tienen alguna “barrera de protección” contra niveles de estrés cotidianos que ni los adultos soportan? No, y pese a eso, no es lo más habitual pensar cómo el propio modo de vida afecta a sus emociones y a su salud. Mucho menos, entonces, en cómo protegerlos. “Es habitual, por ejemplo, que cuando se piensa en el cuidado del corazón de los chicos lo primero que venga a la mente sea el médico que atiende graves cardiopatías en el hospital, pero las situaciones cotidianas de estrés sostenido en el tiempo, producto de presiones del medio social, familiar o escolar provocan por sí solas una sintomatología muy variada en los chicos, sostuvo la doctora Sandra Romero, médica cardióloga infantil, especialista en hemodinamia y ex presidenta del Comité de Cardiología Pediátrica de la Federación Argentina de Cardiología (FAC).
Este impacto del estrés hace que hoy sea necesario hablar de “nuevas enfermedades”, de síntomas conocidos que no necesariamente tienen una causa orgánica estructural. Un cuadro de arritmia, explica la especialista como ejemplo, no siempre se debe a una cardiopatía de base: “Irritabilidad, terrores nocturnos, falta de aire, palpitaciones, taquicardias, son síntomas que los especialistas estábamos acostumbrados a tratar como manifestaciones secundarias de alguna enfermedad de base. Pero hoy sabemos que muchas veces la solución pasa por disminuir la situación de estrés que el niño está atravesando”.
A esto se suman otros hábitos que pueden bastar para que el chico tenga que aparecer en un consultorio: “Hay un montón de enfermedades que vienen de pasarse entre seis y ocho horas diarias frente a la ‘play’: constipación, palpitaciones, dolores en las piernas, trastornos del sueño y, muchas veces, una situación de mayor vulnerabilidad emocional en sus relaciones”, apunta la Dra. Romero (M.P. Córdoba N°21400, M.P. Neuquén N°6848 y M.P. Río Negro N°7126).
La anamnesis (recolección de datos) que debe realizar el médico cuando un niño llega a su consultorio debe ser cuidadosa y detallada.
La otra cara de este fenómeno es que la influencia del estrés en la salud de los chicos es un fenómeno social que, desde luego, trasciende el ámbito particular de cada familia: “Está claro que unas condiciones socioeconómicas deficitarias en edades tempranas predisponen a un mayor riesgo enfermedad cardiovascular en la adultez”, señala el Dr. Gustavo Alcalá, médico cardiólogo, actual Secretario de la FAC., quien señala que los condicionamientos en el modo de vida potenciarán los demás factores de riesgo: “La interacción entre el entorno vivido en la niñez y la trayectoria de los factores de riesgo con sus consecuencias cardiovasculares influye en la adopción y el mantenimiento de los comportamientos relacionados con la salud”.
“Natural” y “cotidiano” no son lo mismo
El estrés es una reacción natural que predispone al organismo a la acción, y por lo tanto a priori no es malo en sí mismo. Las tensiones emotivas a la hora de rendir un examen, querer ganar en un juego o enfrentarse a una situación novedosa son pasajeras, son parte de la vida misma y es necesario experimentarlas. Lo patológico se da cuando los niños se ven obligadosa sobreadaptarse a situaciones que no pueden resolver, porque le son transmitidas por su propia familia o su ámbito cotidiano. “Algo que la persona no puede tolerar y que se vuelve persistente en el tiempo, y que enferma tanto a un chico como a un grande”, señala la Dra. Romero.
Las situaciones de bullying, las sobreexigencias impuestas por el medio escolar o familiar, a veces presentes también en los ámbitos de juego por la presión hacia la competencia que suele existir en los clubes donde se practican deportes, la discriminación y otros problemas imbricados en la vida cotidiana, a veces invisibilizados por la propia rutina que los hace parecer “naturales”, tienen peso propio en la salud y manifiestan, incluso, su propia sintomatología, explica esta especialista, autora del libro Tuc-tuc tuc-tuc: Un corazón feliz – Salud cardiovascular para chicos y grandes, del cual realizó el año pasado una adaptación breve la FAC a fin de concientizar a los médicos de atención primaria y a la comunidad en general sobre esta problemática.(http://www.fac.org.ar/2/comunidad/prevencion/salud-ninos.php).
Según el Dr. Alcalá, existen factores sociales que influyen en esto: “Además de ser obvio que los chicos en condiciones de pobreza y mala alimentación sufren mayores niveles de estrés crónico, hay estudios, por ejemplo, que relacionan el tipo de ocupación y el nivel educativo de los adultos con el índice de masa corporal, fibrinógeno, tabaquismo, sedentarismo, consumo de alcohol, niveles de presión arterial y colesterol en sangre de sus hijos”. Pero ese condicionamiento, coinciden los especialistas, no implica que no haya acciones posibles –a nivel de cada familia y a nivel de la sociedad– que permitan revertir esas tendencias.
“Los médicos debemos ser capaces de realizar interrogatorios ampliados para encontrar la base del problema, porque si el niño tiene palpitaciones pero el electrocardiograma da un resultado normal, se vuelve a su casa, pero se vuelve con un problema –resume la Dra. Romero–. Entonces, para hallar la causa es necesario preguntar cómo duerme el niño, cómo se lleva con sus compañeros en la escuela, cuáles son sus hábitos, aunque eso lleve más tiempo del que normalmente demoran las consultas”.
La forma en que hoy comemos
Otro de los factores relacionados con los hábitos cotidianos y que dañan la salud de los chicos a corto, mediano y largo plazo es la mala alimentación, causante de la epidemia global de sobrepeso y obesidad a edades cada vez más tempranas, la cual por supuesto está sujeta a múltiples factores, entre ellos la dificultad en el acceso a buenos alimentos; pero hoy en todo el mundo se hace hincapié en el sobrepeso como producto de un modo de vida heredado de nuestra cultura globalizada, y que trasciende los ámbitos geográficos y las clases sociales.
“La aterosclerosis es un proceso biológico acumulativo que se inicia en la edad fetal –señala el Dr. Alcalá–. Hace ya 30 años, estudios basados en autopsias a fallecidos en accidentes de tránsito mostraron que el 65 por cientoentre las edades de 12 y 14 años tenían en sus arterias coronarias glóbulos blancos cargados de lípidos y cúmulos de colesterol entre las células musculares de la pared arterial”.
“Hasta no hace mucho tiempo primaba el concepto de que los chicos gorditos eran chicos sanos, pero hoy sabemos que ese sobrepeso se debe en general al exceso de hidratos de carbono y es generador de un montón de patologías”, puntualizó el Dr. Felipe Somoza, médico neonatólogo, especialista en hemodinamia (M.P. Córdoba N°11921) y miembro destacado de la FAC. El sobrepeso infantil hipoteca la salud futura de los chicos: “El hecho de que no sea frecuente que las complicaciones cardiovasculares aparezcan antes de la adolescencia no debe hacer que nos desentendamos del problema, porque es la razón de que hoy estemos viendo personas con infarto agudo de miocardio a edades cada vez más tempranas, incluso antes de los treinta años”. Los principales factores de adelantamiento de esta patología, asegura, son la obesidad –que lejos de ser un signo de salud, altera el metabolismo desde edad temprana y puede ir acompañada de un déficit de nutrientes esenciales– y el tabaquismo.
La omnipresencia de la comida chatarra y la ingesta de dulces a toda hora son un factor cultural clave en esta epidemiología, y el desafío –tanto para los chicos como para los adultos– es cómo incorporar de manera sostenida más verduras, frutas y pescados en la dieta. Pero además del qué, el modo de vida actual influye en el cómo: “Lo ideal –explica el especialista– es que la alimentación sea equilibrada y reglada. Es muy importante tratar de suprimir en lo posible las comidas fuera de hora y reducir las porciones, en lugar de comer hasta saciarse”. Tampoco es bueno, aclara, mandarlos a dormir inmediatamente después de cenar a la noche.
“La mejor manera de cuidar el corazón y prevenir la aparición de enfermedades es seguir un estilo de vida saludable –señala la Dra. Analía Molteni(M.N. N°52154), a cargo de la Secretaría de Prensa y Difusión de la FAC–. Esto debe incluir una alimentación completa y equilibrada, junto a la práctica regular de actividad física. Pero, para eso, es necesario que sepamos elegir bien los alimentos, distribuirlos correctamente a lo largo del día, y regular las porciones que ingerimos”.
Tanto en el terreno de los hábitos como en el de la contención, el entorno que los adultos responsables sean capaces de brindarles a los niños es fundamental:“Somos protagonistas de nuestra salud y de la de nuestros hijos, y por lo tanto debemos tomar conciencia y fomentar un cambio a través de pequeñas acciones, pequeños pasos diarios que marcarán la diferencia a favor de la salud en el presente y también en el futuro”, señaló la titular de la Secretaría de Prensa y Difusión de la FAC.
Acerca de la Federación Argentina de Cardiología
La Federación Argentina de Cardiología es una Institución científica que tiene más de cincuenta años. Está presidida actualmente por el Dr. Adrián D`Ovidiode San Juan y lo acompaña una Mesa Directiva de la región de Cuyo. La FAC Está compuesta por 35 Sociedades y delegaciones y 22 Comités Científicos de Subespecialidades. Es miembro pleno de la World Heart Federation y este año se formalizó el acuerdo del convenio con la iniciativa GO RED; mujeres en rojo. Realiza además campañas de concientización hacia la comunidad, este año se dedicará a los niños, las mujeres y la familia. www.fac.org.ar